Si hay un instrumento que ha marcado el pulso a los bailes del noroeste de la Península ése ha sido la pandereta. En tierras de León su tamaño alcanza unas dimensiones considerables. Tal es el caso de Casares de Arbas, pequeña aldea perdida en los valles altos del río Bernesga, ya en el confín con Asturias.
Allí, a tal instrumento siempre se le ha llamado “pandera”. Las técnicas para su uso son varias y las tonadas que acompañó son las del baile, los cantares de boda y aún los villancicos navideños.
Si nos fijamos en el repertorio de baile suelto, el más antiguo y representativo, Casares mantiene tres tipologías bien representativas de la provincia de León: “lo llano”, pariente cercano de chanos y sones d’arriba más occidentales, que como ellos, se acompaña con el arcaico toque a dos manos, como los panderos cuadrados. "La jota", con innumerables tonadas y una forma de bailarla análoga a estructuras de otros pueblos del norte de León y sur de Asturias. Y "los titos", baile binario del centro y este leonés, que llega a tierras palentinas y que no es sino otra manifestación de los agudos y ligeros que campan por toda la Cornisa Cantábrica.
Gracias al ánimo y amor por sus tradiciones de algunas mujeres casariegas, podemos disfrutar todavía de los bailes de pandereta al modo más tradicional.
David Álvarez Cárcamo