Con ganas de alargar el Carnaval en la triste Cuaresma, se celebraba en muchas localidades europeas, el Domingo de Piñata (primer domingo de La Cuaresma y último en el que era permitido el baile).
A comienzos del siglo XII ya se usaba la costumbre de vestir sayal y cubrirse de ceniza para recordar el origen y el destino del hombre. Dentro de la Cuaresma aún se permitía celebra en su primer domingo los llamados “bailes de piñata” cuya tradición central , la de romper una olla, pudo tener antecedentes religiosos que por alguna razón, salieron de su tiempo normal y se desritualizaron.
Covarrubias menciona una costumbre mantenida en la catedral de Zamora que consistía en colgar un cántaro del techo y bambolearlo de una parte a otra hasta que pegaba en lo más alto y se rompía pronunciándose entonces “ciertas palabras conceptas, significándonos por ellas consideremos nuestra fragilidad”. Sea como fuere, los bailes de ese día se coronaban con un acto en el que, o bien se rompía una olla conteniendo algo (agua, caramelos, regalos) o bien se prendían de un piñata varias cintas, una de las cuales era de un color determinado o estaba fuertemente sujeta y servía para designar como reina del baile a la joven o pareja que tuviese la fortuna de tirar de ella. La costumbre pasó con la conquista española a tierras americanas donde es muy frecuente este tipo de festejos en celebraciones y aniversarios, continuando sin duda una tradición anterior indígena mucho más antigua.
Los misioneros agustinos utilizaron las piñatas con fines evangelizadores, ya que su ambiente festivo, atraía a la gente a las ceremonias religiosas. Están especialmente arraigadas en México, de donde pasaron a Estados Unidos y de donde nos las devuelven desde hace unos años como elemento imprescindible de los cumpleaños infantiles. Ya en nuestro país hay bailes de piñata por toda la geografía y en la provincia de Valladolid se celebraban piñatas en Pedrajas de San Esteban, en Íscar, en Mota del Marqués y en la cercana Segovia se conoce como "La Piña" y la Sección Femenina llegó incluso a coreografiar un baile de piñata.
Los misioneros agustinos utilizaron las piñatas con fines evangelizadores, ya que su ambiente festivo, atraía a la gente a las ceremonias religiosas. Están especialmente arraigadas en México, de donde pasaron a Estados Unidos y de donde nos las devuelven desde hace unos años como elemento imprescindible de los cumpleaños infantiles. Ya en nuestro país hay bailes de piñata por toda la geografía y en la provincia de Valladolid se celebraban piñatas en Pedrajas de San Esteban, en Íscar, en Mota del Marqués y en la cercana Segovia se conoce como "La Piña" y la Sección Femenina llegó incluso a coreografiar un baile de piñata.