martes, 17 de enero de 2012

LA INDUMENTARIA TRADICIONAL SEGOVIANA QUE SE NOS FUE

La tradición segoviana antaño tan exquisita, de floreada dulzaina y de complejos y estilosos sones de melismas, semitonos, tonalidades indefinidas tan bien interpretados por Agapito en su cante recio, o la fuerza de los cantores de Vegas de Matute, el sentimiento expresado en la jota de Sepúlveda de la Magna Antología de García Matos, se han disipado. La exigencia es grande, la formación ha de ser amplia y no garantiza resultado. Parejo al cante, el estilo de baile natural se desarticula sobre esquemas rígidos, encementados, mientras otros elementos de la etnografía segoviana parecen despertar lentamente en estos años, la rica indumentaria guardada en la arcas, florece ahora que las pedrerías baratas, los relamidos refajos y las camisas bordadas en colorín punto de cruz quisieron hacernos creer que esas eran las verdaderas joyas de nuestra artesanía. Pero no hay quien haga ya calderos al estilo del maestro Abán, de Navafría a pesar de las inversiones institucionales y constantes publicaciones sobre el edificio, que de haberse utilizado y encauzado correctamente podían haber mantenido una escuela de calderería en Segovia de manera sobrada. Desapareció la alfarería tradicional de Lastras y de otras muchas partes y se acabaron los ejemplares tradicionales, por más que los nuevos y exclusivos ceramistas se empeñen en prestigiar su obra infravalorando el valor de lo viejo -venerable y no vetusto- frente a lo suyo. No hay tejedores en la Churrerí­a o en La Sierra a quien encargar muestra de los afamados paños segovianos, por más que esos telarcillos de aire tan modernos llenen las ferias (¿de artesanía castellana?) con juegos de toallas, tapices naïf de alto lizo y juego de mantelerí­a donde el trabajo del lino y el cáñamo, tan segoviano, brilla por su ausencia. Los modelos de platería local se han desplazado por broches y agujones de aires orientales, que sin pudor alguno se hacen pasar por segovianos ante la falta también de criterio, de obras especializadas y catálogo con estos modelos, relicarios, medallas, cruces y sartales coralinos o azulados de cristal de La Granja, que durante siglos relumbraron la espetera de las mujeres, no solo de las aguederas donde típicamente parecen reducirse las vastas manifestaciones etnográficas segovianas. Por eso cualquier pincelada mínimamente ordenada y documentada de la tradición segoviana es bienvenida y los trabajos, en este aspecto, de Maganto y López García, De Lucas o la agradable obra de la conocida autora Cristina Vega Herrero, que ahora presentamos, a buen seguro va a aportar un poco más de claridad a uno de los temas -complejo por demás-, que, como manifestación artí­stica y plástica, merecía haberse cuidado un poco más. El agradable trabajo, de 140 páginas y cerca de doscientas imágenes en una esmerada edición de la autora cuenta con un trabajo documentado de archivo, análisis de grabados y fotografí­as antiguas, revisión de estudios inéditos de principios del XX, entrevistas a los últimos artesanos del sector -Oroncio Javier y Felipa González- con algunos comentarios fotográficos de Carlos A. Porro y se presentará en Segovia, este jueves día 19 de enero a las 7 de la tarde en la sala de Caja Segovia. C/ Bajada del Carmen 2.
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